Muchos pescadores piensan que las actuales cuotas pesqueras, sobre las que se fundamenta su estilo de vida, van a permanecer inmutables para siempre.
Sin embargo, la sobreexplotación de los recursos pesqueros a los que les someten las artes más agresivas han puesto un punto en el calendario a partir del cual esa forma de vida se va a terminar.
Leo en Investigación y Ciencia de Mayo que diversas empresas han comenzado a críar en alta mar, a domesticar, el atún rojo.
De momento la investigación va más avanzada en Australia y en diversos países que tine mucho que ganar en cuanto a la cuota del mercado japonés que pueden morder.
Me pregunto si, llegados a este punto, nadie entre las cofradías pesqueras de España (y Europa) ha pensado que esa forma de vida y de trabajar tiene los días contados, y que quizás sea necesario empezar a estudiar posibles alternativas como la ya mencionada crianza en alta mar.
Como siempre, las autoridades, los trabajadores y los empresarios andan dando palos de ciego, pidiendo subvenciones, leyes que les protejan y que garanticen lo que ya no se puede sostener.
En su lugar, deberíamos intentar usar el conocimiento oceanográfico del que disponemos para poner en marcha piscifatorías de atún rojo y otras especies valiosas y sobreexplotadas, antes de que otros países y empresas tomen una ventaja que les lleve a apoderarse de todo el mercado de consumo de pescado.
No sólo por el medio ambinte, sino por la supervivencia de nuestros puestos de trabajo.
Si no, sólo nos quedará lamentarnos, y si algo nos han enseñado anteriores crisis, es que en una época tan fluctuante para todos las actividades «marginales» no van a recibir el dinero que demanden o que necesiten.
Si no investigamos ahora, sólo nos quedará una reconversión pesquera muy dolorosa.
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